Indeseable

Lo único que hice fue jugar con fuego, quemarme y sentirme inútil. Conté hasta tres y presencié a lo lejos una muerte en el mundo. Y ahora es cuando me arrepiento, cuando llegué a saber que en ese mismo instante alguien derrochada sus lágrimas por alguien a quien amaba. ¿Y yo mientras qué? Reírme de ellos de forma indirecta, sin tan siquiera darme cuenta.
"Ya no queda nada más por lo que luchar", susurra en un hilo de voz un emisor anónimo. Caen las lágrimas, son arrastradas hacia abajo por la tristeza y por el sentimiento de vacío. "No pudimos hacer nada más, lo siento", aclaran mientras la persona dice en su interior que mienten, que todo es mentira y que nadie se ha ido en este día de hoy.
Diez años después, intentas amontonar todas las fuerzas que te quedan todavía y te armas de valor para enfrentarte a la realidad. Caminas sin prisa hasta llegar a leer su nombre y sus dos días.
"¿Y ahora que me queda a mí?" piensa el ser humano, recordando absolutamente todo lo que hacía que esa persona fuera suya y le perteneciera.
Lo único que hizo fue ser alguien imperfecto. Y sólo la imperfección puede llegar a ser perfecta.

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