Aún no ha llegado el momento de seguir

—Sé que aún le quieres... pero te ha dejado atrás, como deberías estar haciendo tú ahora mismo. —mi rostro se mostraba pálido, frío y sin expresión. Observaba como la gente caminaba a través del escaparate del Original Mac's. Se cruzaban sin tan siquiera mirarse las caras, pensando en la mierda de vida que llevaban encima, intentando llegar a su destino fuese tarde o temprano— ¿Amber?
—No sé de qué me hablas... —solté una carcajada seca y sin vida, tratando de disimular el dolor que sentía en mi pecho.
—Lo sabes perfectamente. De George —todos los países se unían en un paso de peatones. La mayoría con prisa, tanto para ver a sus seres queridos como para escapar de ellos. De vez en cuando, alguno entraba y pedía el menú del día. Mientras, Margarette me miraba intentando dar a entender que me tocaba responder, yo les observaba y determinaba si eran felices según como vestían.
—No sé quien es ese hijo de puta... —dije antes de darme cuenta de que ya estaba llorando de nuevo.
—¿Ves? Siempre que te veo estás así. Ya no sonríes... ya no... ya no muestras fuerzas, sólo las necesarias para derramar una lágrima tras otra. Tienes que olvidarlo, es por tu...
—No —la interrumpí con un tono demasiado elevado. Todo el mundo de mi alrededor me observaba, inquietados.
—Por favor, Amber, no empieces...
—No. Sí, sé lo que me ha hecho... y sé que es porque no está preparado para estar a mi lado, por eso no me importa esperar. Le esperaré hasta que envejezca si hace falta. He visto mi destino —la gran mayoría, no lo eran.
—¿Qué coño me estás contando? —preguntó Margarette gritando tras haber perdido la paciencia.
—Y he visto que mi destino... —la ignoré— ...es él, y nadie más que él. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario