El tatuaje del pájaro libre

Todavía no logro comprender su visión de la vida. Es irracional, insensata, inmadura... Como una niña de ocho años que lucha por alcanzar el globo que dejó escapar hacia el espacio. No es ni capaz de caminar por la calle como toda persona, sino que lo hace saltando y bailando mientras muestra su alegría al mundo. Recuerdo la primera vez que la vi. Fue una noche fugaz e inolvidable. Me encontraba solo en mi propio aburrimiento, entre mis compañeros, mientras tomábamos unas cañas. Y allí la vi, minuto tras minuto admirando sus rasgos más dulces y adorables. En mi mente comenzó una tormenta de ideas de todo tipo. ¿De dónde ha salido esta chica tan bella? ¿Qué podía hacer en un sitio tan ridículo como éste? ¿Algún día conseguiría poder besar esos gruesos y apetecibles labios? El tiempo pasó deprisa, y en cuanto quise darme cuenta allí la hallé: en frente mía con una sonrisa repleta de juventud y a la vez, con ganas de diversión.
Fue difícil decir una sola palabra ante tal mujer. Ella ayudó y fue la primera. Vaya voz, qué forma de gesticular... Tan bella, tan delicada y tan suave. Mi subconsciente gritaba que me acercase a ella y la besase, pero mis reflejos lo impedían rápidamente. En un cerrar y abrir de ojos, estábamos a solas. Mis amigos habían desaparecido entre el oscuro antro. Hubieron apenas palabras, por lo menos por mi parte. No podía evitar mirarla, hasta que me daba cuenta de mi exageración y desviaba por unos segundos la mirada. Era increíble la forma en la que se acercaba a la gente para conversar, la manera de expresar sus ideas... Nunca había oído tales teorías salir de la boca de nadie. De hecho, haberlas oído de otra persona me hubieran hecho reírme de su poca inteligencia. Pero, en esta ocasión, era diferente. No sé si era su dulzura o su forma de hablar que me hizo cambiar de idea ante todo, ante la vida misma. Ya estábamos por la calle más borrachos que cualquiera en esa ciudad. Nos dedicábamos a intentar avanzar entre la nada y a cantar a grito pelado cualquier canción que viniera a nuestra mente. Cantamos desde canciones Disney hasta heavies, desde Ópera hasta Pop.
Recuerdo borrosamente como estuvo a punto de caer y la cogí entre mis brazos. Su larga melena acarició mi rostro y pude percibir ese aroma ligero a canela. Por un momento parecía en otro mundo paralelo a éste, con los ojos cerrados y moviendo lentamente sus labios como si estuviera susurrando en bajo. La llamé. La llamé como pude sin poder utilizar su nombre, pues no lo conocía. Al cabo de unos instantes aquí estaba, de vuelta a la realidad. Sonrió como sólo ella sabía sonreír, y me alcé a besar sus labios. Ella me rechazó con una amplia sonrisa que se convirtió en una pequeña carcajada y que me dejó confuso. Lo único que hizo fue decir, en un hilo de voz, que fuésemos a su casa. Y fuimos.
Cerró la puerta y comencé a besarla con todas mis ansias. Nunca había querido sentir unos labios con tanta pasión. Mis manos acariciaban su pequeña cara con suavidad y ternura, al mismo tiempo que deseaba achucharla fuertemente para desahogar todo mi deseo. Y qué besos... Nunca había sentido una textura tan especial. Era como saborear, por primera vez, un helado tras un frío invierno. Parecía una mujer enamorada, pues sus ojos me miraban con un cierto brillo que transmitía cariño, sus manos cogían las mías con cierta amabilidad y hacía deslizarlas por su cuerpo menudo. Deseaba que sus besos no acabaran nunca, eran para mí como un dulce que pocas veces puedes saborear. Me condujo a su habitación, y allí nos arropamos mutuamente entre las sábanas durante toda la noche hasta perder la noción del tiempo.
Ella es... como un pájaro. Como un pájaro libre que sobrepasa el cielo. Y así es como me lo ha demostrado. Con ese tatuaje escondido tras su cuello, con el tatuaje de un ave tal cual es ella. La amo. La amo como nunca amaré a nadie que viva bajo mi mismo cielo. Y ella lo sabe, y de hecho, sonríe cada vez que se lo digo. Nunca dejaré de decírselo, la sorprenderé cada mañana que nos despertemos juntos envueltos entre sábanas. Y cuando sonría, sabré su respuesta. Sé por qué nunca estará conmigo. Ella es así, no es capaz de comprometerse. Quiere volar libre, vivir sin sentirse atada. Y por eso la amo tanto. Y por eso amo tanto el tatuaje del pájaro libre...

No hay comentarios:

Publicar un comentario