Ya no juego a ser una niña...


A veces deseo retroceder en el tiempo. Volver a vivir los momentos más bonitos de mi vida, dejando atrás el odio y la tristeza. Pero lo único que queda de allí son los recuerdos.
En cambio, en otras ocasiones deseo rendirme, quedarme quieta sin hacer nada, sin pensar en lo negativo... Mirar hacia adelante y seguir, dejando atrás lo prescindible. Pero ninguna de las dos opciones son posibles. Siempre tendré que caer y volver a levantarme, aunque sea sin ayuda de nadie. ¿Cuál es el objetivo? Levantarme aunque caiga de nuevo; ¿caeré cien veces tras levantarme otras noventa y nueve? La respuesta es sí, pero con lo que cuento es que a partir de los fracasos se cree mi vida; una vida con mérito por haberla vivido, una vida que sea digna de contar, una vida que haya valido la pena vivir.
Nuevas emociones, sensaciones, estados de ánimo... Todo forma parte de una vida. Miles de aventuras se concentran en un mismo espíritu.
¿Por qué seguir adelante y no rendirse de una vez? Porque esto sólo es parte del principio; no caeré tan fácilmente.

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