Lados opuestos

Se precipitó hacia la puerta y entró en un cuarto oscuro, iluminado por una débil luz procedente del exterior. Cerró los ojos y se hundió en sus pensamientos; le temía a la oscuridad. Lo único que recordaba de ésta era la maldad, la desesperación y el propio Miedo. Se estremeció al pensar en las pesadillas que había tenido estos últimos días; en ellas corría, corría ágilmente sin mirar atrás, siguiendo a la pequeña luz que a cada paso se hacía más grande, hasta que un ser extraño la arrastraba hacia la muerte. Al fin, decidió seguir adelante y mostrar su valentía; dio uno, y dos, y tres pasos adelante. La oscuridad se apoderaba de la cándida persona que avanzaba por aquella habitación que tanto había ansiado descubrir. Entonces, se cerró la puerta, pero ella no se inmutó; se había entretenido recordando pasajes de su vida.
"Recuerdo cuando bailaba y cantaba todas las noches para despertar a mamá, siempre con la intención de que me contase una de sus historias; cuando discutía con mi mejor amiga sobre quien llevaría a pasear al señor Mono; cuando mamá me sonreía antes de irme diciéndome que todo iría bien; cuando no lloraba ni me preocupaba por el futuro ni por el presente de mi vida, y... lo echo en falta."
Entre la calma del cuarto, se oían ruidos de movimientos, suspiros, pasos...
Abrió los ojos.

Hola, pequeña casi gritó, pero se contuvo y simplemente respiró por la boca exageradamente. No quería que la descubrieran en su nuevo lugar secreto.
¿Quién eres y qué haces aquí? se oyó una pequeña y disimulada carcajada.
¿No sabes quién soy? No me lo puedo creer, Hayley. No me esperaba algo tan desagradable de ti.
¿Cómo sabes mi nombre? la joven se sentía asustada y acorralada.
¿Por qué no sabes mi nombre? ¿Por qué Adán y Eva no tenían ombligo? ¿Existe el monstruo del Lago Ness? ¿Es cierto que el hombre del saco rapta a los niños? Demasiadas preguntas sin responder, ¿no crees Hayley?
Estoy confusa... ¿quién eres?
Soy aquel que habita en cada persona de este mundo, soy aquel por el que mucha gente se encoge, soy aquel... al que tú temes Hayley enarcó una ceja, confusa. Todo estaba oscuro, ella no prestaba atención, puesto que estaba preguntándose a quién tenía rodeándola, con movimientos casi imperceptibles; una persona anónima, una persona que escondía su rostro en la penumbra de la habitación—. Soy el señor Miedo.

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